Sentado
en los pretiles, a la sombra de la airosa torre de la iglesia, hago memoria del
tiempo que ha pasado por todos nosotros y que no volverá más.
Descansados
del trabajoso recorrido extramuros de Carriches (“Habla la Tierra”), camino arriba y camino abajo, terminábamos a
las puertas de nuestra ermita, y como dice el verso:
“Recorrimos la tierra Carrichana,
los campos que alimentan nuestras vidas,
los surcos del sudor, de las espigas,
las sendas del trabajo y la esperanza.”
Encontradas
ya todas las fuerzas, retomamos el
caminar, esta vez intramuros, calle por calle, de puerta en puerta, y
llamando a todas ellas, si me lo permiten.
Para
comenzar por alguna de ellas, carrichano, lo haremos sin lugar a dudas por la
más principal y más regia de nuestras calles: la CALLE REAL.
De
todos es conocido que se corresponde desde tiempo inmemorial con el camino real
desde Madrid para la Extremadura y Portugal a través de la Ciudad de Toledo.
Este
camino era de dos tipos: de ruedas (para el tránsito de carruajes y coches) y
de arriería (para el traslado de ganados), bifurcándose en nuestro pueblo por
dos trayectos, según fueran ganados o carruajes los que pasaran por él.
De
esta forma, Sus Majestades los Reyes pararon en las cuatro calles junto con los
Príncipes para descansar del largo camino desde Talavera, atendidos por el cura
del pueblo lo mejor que pudo. Aposento tuvieron en la posada todos sus criados,
guardias y altas dignidades de la Corte.
Pero
no todo es historia en esta calle, que también se conoció como Calle de Madrid,
ya que encontramos muchas tradiciones, anécdotas y misterios entre sus piedras.
¿Quien
no recuerda los paseos del “pantasma” por su empedrado, haciendo sonar a su
paso las cadenas y grilletes, penitencia de pobres o ricos pecadores?
¿A
los quintos de otros tiempos, rondando las mozas en sus casas, colocando cardos
en sus ventanas y sus dedicatorias en forma de graffiti sobre las encaladas
paredes de esta calle?
¿O
los desfiles de la cofradía de Ánimas, formados en tropa con sus alabardas, y bailando
sus banderas al son del tambor y la dulzaina?
Aún
recuerdo al Tio Román, cuando salía de su casa en esta calle, y paseaba por el
pueblo cantando esas canciones de antes. ¡Qué recuerdos!
Calle
populosa donde las haya en las fiestas que se desarrollan en nuestro pueblo, de
invierno o de verano, da igual.
Y como
no, podríamos llamarla también calle de las procesiones, ya que por ella han
transcurrido y transcurren las más importantes.
¡Qué
acertado ha sido comenzar este paseo en nuestro pueblo por la Calle Real!
Ya
que estamos inmersos en las fiestas, haremos una paradita a la sombra de
nuestra plaza para refrescarnos un momento.
Queridos
amigos, la historia, las anécdotas, las tradiciones siguen paseando por nuestras
calles y plazas. Ha llegado el momento de revivirlos juntos.