sábado, 28 de septiembre de 2013

POR TORRIJOS...CAMINO DE GUADALUPE



A lo largo de nuestra extensa geografía peninsular podemos observar una gran diversidad de rutas turísticas que recorren caminos históricos, o no tanto, para dar a conocer los monumentos, cultura, gastronomía, etc. Los más conocidos son en primer lugar el Camino de Santiago (en todas sus variantes), el Camino del Rocío, la Ruta del Lazarillo, del Quijote...

Es uno de estos caminos históricos, transitado desde hace siglos por los peregrinos, el que discurre por Torrijos: el denominado “Camino Real de Guadalupe”.

Dentro de esta proliferación de rutas y caminos han surgido asociaciones de amigos, como la del Camino de Guadalupe, que se encargan de promocionar los mismos y de dar a conocer las localidades por donde transcurre, entre las que se encuentra nuestra Villa.

En principio se podrían distinguir 2 caminos: El primero, que salía desde Toledo, caminando siempre con el Río Tajo a la izquierda, por Albarreal de Tajo, Burujón, Escalonilla, para llegar a La Mata y Erustes; y el segundo camino, que salía desde Madrid, por Móstoles hasta el río Guadarrama, donde se cogía el camino directo a Casarrubios del Monte, Ventas de Retamosa, Fuensalida y por fin se llegaba a Torrijos.

Históricamente, el peregrino entraba a la Villa por la Puerta de Madrid, desde donde se dirigía al Hospital de la Santísima Trinidad para buscar un lugar donde dormir y algo de comer: “Si con motivo del jubileo de Santiago, o las romerías de Ntra. Sra. de Guadalupe o Ntra. Sra. de Toledo, se juntaran más de treinta y tres peregrinos en el hospital se recogerán sólo por una noche”.

Con fuerzas renovadas, emprendían su camino por la calle del Cristo hacia la plaza de San Gil, con la Parroquia y el Convento de las Concepcionistas como marco principal.

A su salida por la Puerta de Maqueda se dirigían por el antiguo camino de Carmena hacia la Cañada Real Segoviana, donde retomaban el Camino Real de Toledo por Carmena, Carriches y Erustes, donde se unían ambos caminos.

En la actualidad se puede seguir por el camino del Monte hasta Cebolla, pasando por Mañosa y Montearagón. Bordeando el Río Tajo pasaremos a la antigua Venta de Sotocochino, desde donde se divisa ya Talavera de la Reina.

Tras cruzar el puente del Alberche, por el antiguo cordel de merinas, se entrará en la Ciudad de la Cerámica dando vista la Ermita de la Virgen del Prado, Patrona de esta ciudad, que no dejaremos de visitar.

Hasta aquí el Camino ha discurrido entre olivares y campos de secano, tornándose en este segundo tramo en prados verdes por el regadío, llegando a mitigar el intenso sol y aliviando un poco la fatiga.

Saldremos de Talavera por el barrio de Patrocinio a través del camino de Calera para llegar a Alberche y a continuación Calera y Chozas. De aquí marcharemos por el Camino de Alcañizo y por el que, tras conectar hacia el sur por la Cañada Oriental Leonesa, llegaremos a Alcolea de Tajo. Después de 2 kms por el antiguo camino de Puente del Arzobispo llegaremos a esa Villa, una de las más emblemáticas de este Camino.

Habiendo pasado el Tajo por el Puente que mandó construir el Obispo D. Pedro Tenorio entraremos en Extremadura donde aflora un cambio en el paisaje que va aumentando en su belleza y frondosidad, a medida que nos aproximamos a la sierra de Altamira.

Antes de ello deberemos de llegar por la Cañada Leonesa y posteriormente el Camino de Rozas a Villar del Pedroso, en el cual entramos por su calle Real. Todavía existe como casa parroquial el antiguo Hospital de Peregrinos, joya histórica de este Camino, así como su iglesia, conocida  por ser la Catedral de la Jara.
            
Saliendo en dirección  hacia la sierra llegaremos a Carrascalejo, donde se inicia la subida al Puerto de Arrebatacapas, otro hito histórico de este Camino. A partir de aquí hay que utilizar la carretera que lleva a Guadalupe durante 4 kms., hasta Las Lucías. Iniciaremos la subida al Alto de las Cruces, para descender después por la Chorrera de Tumbafrailes al Valle del Hospital del Obispo, la llave que abre Los Ibores. 

Pasaremos el Puerto de la Cereceda, y por el camino del Cubero descenderemos hasta el puente de Espinarejos, sobre el arroyo de la Plata. Tras una ligera subida pasaremos por la encina de la Cruz del Pañero para desembocar en el Puente de los Álamos, que nos permitirá cruzar el río Ibor.

Entre bosques de pinos y castaños llegaremos a la Ermita del Humilladero, con su mirador, en el que la vista y el espíritu se elevan para poder contemplar en todo su esplendor el Valle de las Vílluercas, vergel y paraíso de la Virgen de Guadalupe.

El Camino Real de Guadalupe es un patrimonio cultural que debemos apoyar y recuperar, para de esta manera, revitalizar el camino y conocer la historia, pueblos y gentes por los que se pasa.

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