Feliz Navidad a todos
lunes, 23 de diciembre de 2013
SOBRE TODO...FELIZ NAVIDAD
El otro día me puse a buscar una fotografía, entre los cientos de imágenes que he tomado durante todo el año 2013, para felicitar la Navidad. Lo tenía complicado, pero creo que lo logré.
miércoles, 27 de noviembre de 2013
EL PRIVILEGIO REAL DE VILLA DE CARRICHES
Hoy se cumplen 264 años de la
Concesión por parte del rey Fernando VI del Privilegio Real de Villa a
Carriches, el acontecimiento histórico más importante de toda su Historia.
Hace ya 14 años de la publicación
de mi primer libro, “En Testimonio de
Verdad. El Proceso de Villazgo de Carriches (1748-1749)”, donde pude
recopilar toda la información relativa a este hecho, y del que a continuación
os traigo un pequeño resumen.
En 1748, el Lugar de Carriches
pertenecía al Estado y Señorío del Conde de Orgaz, bajo la jurisdicción de la Villa de Santa Olalla. Tenía
una población de 500 vecinos, dedicados mayoritariamente a la agricultura y a
la ganadería, trabajos de los que vivía todo el pueblo.
Pero Santa Olalla y sus justicias
ocasionaban en los carrichanos "notables
y crecidas molestias y vejaciones” tanto en las personas como en su
patrimonio, porque “por leves cosas y sin
fundamentos algunos nos fomentan causas criminales, arrastrándonos presos a la
cárcel Real de Santa Olalla”. Y allí les dejaban por el tiempo que les
parecía, reclamando a su salida grandes cantidades de dinero como multa.
Las continuas "molestias y vejaciones" a las
que eran sometidos los moradores de Carriches por las justicias de Santa Olalla
llegaron a tal punto, que los vecinos, según comentan en la petición "estamos ya resueltos a irnos a vivir a
otras poblaciones, dejando nuestras casas y haciendas".
Carriches se iba despoblando y
nadie quería vivir en el pueblo. Por eso no les quedó otra salida que elevar
sus protestas ante la Corte
de Madrid, buscando solucionar el problema.
Conducidos por el Concejo del
Lugar y sus vecinos dieron el paso de solicitar de S.M. que se les concediera
el Privilegio de Villa. Para ello se necesitaba obtener previamente la licencia
del Conde de Orgaz, ya que Carriches pertenecía al Señorío del Conde, junto con
otros pueblos como Domingo Pérez, Erustes, Otero, etc.
No conocemos cuándo se solicitó
la licencia, pero lo cierto es que en ella se relacionaban, una tras otra, las
continuas extorsiones a las que se veían sometidos.
Ante las súplicas de los carrichanos,
las vejaciones de que eran objeto y el perjuicio que ello ocasionaba para el
porvenir de la aldea solicitante (según dice el texto del Privilegio), el
Conde, y el 2 de octubre de 1748 concedió la licencia con algunas condiciones,
que se firmaron por el Concejo de Carriches en Santa Olalla, 7 días después. A
su regreso al pueblo, convocaron a los vecinos y decidieron nombrar a 3 personas
que se encargarían de llevar ante el Rey Fernando VI, los permisos y
solicitudes de exención de jurisdicción.
Conseguido el consentimiento del
Conde, el procedimiento para la concesión del Privilegio fue rápido.
El Concejo de Carriches se reunió
el día 9 de octubre de 1748 y dio su poder a José Gómez Santana, Antonio García
Luján y a José de la Peña
y Andino, para que comparecieran ante S.M., señores del Real Consejo de
Castilla y adonde fuera necesario, para pedir y presentar petición de exención,
acompañada del consentimiento del Conde: “[...]
damos todo nuestro poder cumplido amplio y bastante, el que en derecho se
requiere y es necesario, mas pueda y debe valer a dichos José Gómez y Santana,
y Antonio García Luján y a José de la
Peña y Andino, procurador de los Reales Consejos, vecino de la Villa y Corte de Madrid, a
todos tres juntos y a cada uno por sí insolidum, y con facultad de que lo que
uno comience lo pueda fenecer y acabar el otro, o los otros; especialmente para
que en nombre de este referido Lugar, su Concejo y vecinos, puedan parecer y
parezcan ante S.M., que Dios Guarde, en su Real Cámara, o dónde convenga, y
haciendo relación de todo lo ocurrido y presentación a él sobre dicho
instrumento de consentimiento otorgado por el expresado Excmo. Sr. Conde de
Orgaz, a fin de que dicho Lugar se haga Villa, pidan la Gracia y Merced para ello y
que se le exima de la citada jurisdicción de Santa Olalla [...]”.
Una vez concedido el poder de
representación, éstos presentaron ante el Real Consejo dicha petición, en la
que se presentaban todos los argumentos que avalaban su postura, junto con el
poder y consentimiento del Conde.
Después de algunos meses, el Real
Consejo de Castilla, a petición del Rey el día 12 de mayo de 1749, estudió toda
la información necesaria, y después que los carrichanos pagaron por la merced
de la exención de jurisdicción la cantidad de 547.500 maravedís (7.500
maravedís por cada uno de los 73 vecinos), S.M. Fernando VI concedió el 27 de noviembre
de 1749 el Real Privilegio eximiéndole de la jurisdicción de Santa Olalla y haciéndole
Villa: “D. Fernando, por la Gracia de Dios, Rey de
Castilla [...] suplicándome que en atención a ello sea servido concederos
Privilegio de exención de la
Villa de Santa Olalla, haciendo a vos el mencionado Lugar de
Carriches, Villa de por sí y sobre sí, con jurisdicción civil y criminal, alta
y baja, mero y mixto imperio en primera instancia, según y como se concedió a
otros lugares (ahora Villas) [...] he venido en concederos la referida exención
y por la presente de mi propio motu, cierta ciencia y poderío Real absoluto de
que en esta parte quiero usar y uso como Rey y Señor natural no reconociente
superior en lo temporal [...] eximo, saco y libro a vos el dicho Lugar de
Carriches de la jurisdicción de la referida Villa de Santa Olalla, su alcalde
mayor, ordinarios y demás justicias y ministros, y os hago Villa de por sí y
sobre sí, con jurisdicción civil y criminal, alta y baja, mero y mixto imperio
en primera instancia [...]”.
El mismo día que se expidió el
Real Privilegio (27 de noviembre de 1749) el Rey Fernando VI envió una Real
Célula al Juez de la Comisión ,
D. Ventura de San Juan, por la que le mandaba que fuese al Lugar de Carriches
con el Privilegio y la
Real Célula , y diera posesión, señalándole el término y
territorio que le correspondiese. También le encomendó que averiguase qué
término, territorio y vecindario tenía, y que hiciese nombramiento de los
oficios del Ayuntamiento, dándole la Comisión que para el caso es necesaria y se
requiere.
Y así, el día 7 de diciembre de
1749 a las 10 de la mañana, Carriches tomó posesión de su título en las casas
de su Ayuntamiento, dando el juez al nuevo alcalde varas altas de justicia y
notificando al alcalde de Santa Olalla su cese en la jurisdicción de Carriches.
jueves, 14 de noviembre de 2013
NTRA. SRA. DE LA CONSOLACIÓN DE TÁRIBA (VENEZUELA) Y TORRIJOS
Después de fundada la
Ciudad de San Cristóbal (Venezuela) por Juan Maldonado Ordóñez y
Villaquirán en 1561, los Padres Agustinos deseaban cristianizar a los indios
Táribas y enviaron a dos religiosos de su convento con sus breviarios y una
tabla con la imagen de Nuestra Señora de la Consolación. Los dos padres
llegaron entrada ya la noche a la zona donde hoy está la Basílica de
Ntra. Sra. de la Consolación, en donde fijaron a una caña la milagrosa
imagen y a su tiempo emprendieron la misión evangélica. En aquel lugar
levantaron una Ermita donde oficiaban la Santa Misa.
Años después, los indios
Guásimos y los Capachos hicieron una irrupción contra los indios Táribas, que
huyeron del lugar, junto a los Padres que volvieron para su convento de San
Cristóbal. Una mujer se llevó la Imagen a su casa y la colocó en un
altar, pues era india cristiana. Dice la historia que desde los campos de
Machirí y Pueblo Nuevo veían por la noche iluminada la casa de la mujer y
venían a ver lo que sucedía...
Fue en casa de Alonso
Álvarez de Zamora, uno de los primeros pobladores de Táriba, quien residía allí
con su padre dedicado a las faenas agrícolas. Tenía visita Álvarez de Zamora,
pues estaban pasando el día con él algunos amigos que habían acudido aquel día
de San Cristóbal. Uno de los visitantes era el joven torrijeño Juan Ramírez de
Andrade, que andando el tiempo sería Alférez Real de la ciudad de Pamplona
(Colombia) a muy pocos kilómetros.
Mientras los adultos
hablaban, los jóvenes decidieron organizar una partida de bolas. Tomaban parte
en el juego el mencionado Ramírez de Andrade y tres de los hijos del anfitrión,
a saber Jerónimo de Colmenares, Alonso Álvarez de Zamora y Pedro de Colmenares.
Durante el transcurso del juego se les rompió una de las paletas que usaban
para el mismo. La búsqueda de alguna tabla, con la que pudieran suplir la
paleta rota, los condujo a la despensa de la casa, en la que se guardaban las
cosechas. Allí encontraron una tablilla que parecía haber sido imagen, a juzgar
por la guarnición que aún conservaba; pero ni la guarnición estaba barnizada,
ni se podía distinguir figura alguna. Decididos a partirla, la golpearon sin
éxito contra una piedra. Intentó lo mismo Jerónimo con un cuchillo. Salió en
ese momento de la casa la madre de los muchachos, Leonor de Colmenares y,
airadamente, los regañó por la irreverencia que estaban cometiendo contra la
que ella conocía que había sido imagen sagrada; quitándosela, volvió a
guardarla en la despensa, colgándola de una estaca en la pared. Era poco
después del mediodía.
Hacia las cuatro de la
tarde, con sorpresa, advirtieron que la despensa resplandecía como si se
hubiera incendiado. Corrieron todos, ansiosos, para apagar el fuego que parecía
amenazar toda la casa; pero mayor fue aun su sorpresa cuando cayeron en la
cuenta de que la luz brotaba de la tabla, y que en ella aparecía, claramente
dibujada, la imagen de Nuestra Señora, bajo la advocación de La Consolación.
En la actualidad, la
pequeña ermita construida en la despensa del maíz se ha convertido en una
basílica menor, declarada como tal por el Papa Juan XXIII, el 23 de Octubre de
1959.
viernes, 1 de noviembre de 2013
NOCHE DE CLAMORES
Cuando
el frío ha llegado de repente a nuestras vidas, a los pocos días de que la
Señora del Encinar carrichano haya subido hasta su retiro invernal en su
ermita, junto al cementerio, se destapa el mes de noviembre, señalado desde
tiempo inmemorial para el recuerdo de los difuntos.
Evocaremos
la memoria del pasado, de los miedos y silencios terroríficos; clamores de
campanas anunciando la noche oscura de los Santos, noche de finados, a la
sombra de la oscilante luz de una vela. En definitiva: la muerte se nos
presenta en el recuerdo a los difuntos.
Este
artículo que ahora os presento es una mínima parte de un extenso estudio que
vengo realizando desde hace varios años en la Villa de Carriches. Y aunque el
tema no sea de lo más interesante en un principio, la infinita documentación
existente en los archivos llevó a preguntarme por aquello que ha ocupado al ser
humano de todos los tiempos: la angustia de la muerte.
Pero
que nadie se asuste; sólo pretendo recoger la repercusión que esta realidad ha
configurado en la vida de este pueblo durante muchos siglos: comportamientos,
ritos, tradiciones… Cada pueblo, ante la propia razón de la muerte, común para
todo ser viviente, va formando unas prácticas y unas acciones que, con el
tiempo, pertenecerán a su propia cultura.
Para
ello he preguntado a los carrichanos qué prácticas perviven en su memoria,
intentando rebuscar entre la documentación histórica su propia confirmación. De
este material se ha podido descubrir una realidad socio-cultural que nos hará
entender las diferentes épocas y sus correspondientes tradiciones.
También
os mostraré las aspiraciones que permitirán conocer cómo la muerte era una
realidad natural entre los vecinos de Carriches. Se analizarán los ritos reunidos
a lo largo de la historia y las creencias para prepararse a bien morir; los
ritos funerarios y el recuerdo permanente de los difuntos; las ideas
fundamentales que surgieron a través de la Cofradía de Ánimas de Carriches en cuanto a su
memoria solidaria.
Con
la aportación de significativos testamentos de diferentes siglos (XVI, XVII,
XVIII y XIX) y de las Constituciones de Ánimas conoceremos de primera
mano las principales referencias documentales que se aportan.
Pero,
como adelanto, os presento una pequeña parte del mismo, sobre los toques de
campanas, tan tradicionales en estos días.
Los
toques de campanas siempre han estado unidos al tema de la muerte. Era el
verdadero sonido de la muerte, el que se difundía desde las torres de campanas
de las parroquias.
El
toque de Ánimas avisaba a los vecinos de que tenían que rezar alguna oración
para salvar las almas de los fieles difuntos del Purgatorio. Pero no sólo ese
era su significado: las campanas marcaban el proceso mortuorio, desde la agonía,
al entierro, y después los funerales.
Esta
costumbre, regulada por las Constituciones Sinodales del arzobispado, mandaba
dar cuatro clamores y no más: “el uno cuando avisan de la muerte, el segundo
cuando sale la Cruz y los clérigos por el difunto, el tercero cuando entrare el
cuerpo en la iglesia y el cuarto cuando dicen el responso para ponerle en la
sepultura”.
Hubo
épocas en las que el tañido duraba toda la noche, la “noche de clamores” en la
noche de finados, o cuando el fallecido era un hermano cofrade de Ánimas.
Pero
esto es ya otra historia…
domingo, 13 de octubre de 2013
EL TERREMOTO DE LISBOA DE 1755 SE DEJA SENTIR EN CARRICHES
Ahora que estamos muy pendientes del Sur de Asia con
motivo de las continuas alarmas por los tan temidos tsunamis o maremotos, que
elevan la altura del mar cientos de metros, arrasando las costas de esos países
y aumentando las cifras de muertos en miles, vamos a refrescar la memoria
histórica de nuestro pueblo con el terremoto que se dejó sentir en Carriches
por el año 1755.
Parece mentira, pero es cierto.
Cuentan las crónicas que la mañana del día 1 de noviembre
de 1755, festividad de Todos los Santos, había amanecido con toda claridad,
como otros muchos días. Eran las 9:40 horas de esa mañana cuando un gran
temblor de intensidad 9,0 en la escala de Rigther se dejó sentir en la
península Ibérica y el norte de África. El epicentro se localizó frente a la
costa Atlántica de Portugal, que fue la más afectada.
Lisboa fue la ciudad que peor quedó. Las consecuencias
del temblor no sólo quedaron en el destrozo de casas y edificios sino que un
grave incendio asoló lo que quedaba en pie y la gran ola del maremoto inundó los barrios bajos de la
cuidad.
Como ya hemos dicho, la gran intensidad del terremoto
(9,0 en la escala de Rigther) se hizo sentir en toda la península, afectando
también a Carriches en sus casas y edificios más importantes.
Así, en el libro de fábrica de la iglesia de Carriches se
menciona este hecho y las consecuencias que tuvo: “reedificar los cimientos de la iglesia”, “componer la gradería del cementerio, coger las aguas y hacer una
calzada”, “y la pared de la sacristía
que se abrió con el terremoto, según informaron a Su Merced, necesita también
un botarel o pilar de ladrillo que la sostenga y verifique”.
sábado, 28 de septiembre de 2013
POR TORRIJOS...CAMINO DE GUADALUPE
A lo largo de nuestra extensa geografía peninsular podemos observar una gran diversidad de rutas turísticas que recorren caminos históricos, o no tanto, para dar a conocer los monumentos, cultura, gastronomía, etc. Los más conocidos son en primer lugar el Camino de Santiago (en todas sus variantes), el Camino del Rocío, la Ruta del Lazarillo, del Quijote...
Es uno de estos caminos históricos, transitado desde hace siglos por los peregrinos, el que discurre por Torrijos: el denominado “Camino Real de Guadalupe”.
Dentro de esta proliferación de rutas y caminos han surgido asociaciones de amigos, como la del Camino de Guadalupe, que se encargan de promocionar los mismos y de dar a conocer las localidades por donde transcurre, entre las que se encuentra nuestra Villa.
En principio se podrían distinguir 2 caminos: El primero, que salía desde Toledo, caminando siempre con el Río Tajo a la izquierda, por Albarreal de Tajo, Burujón, Escalonilla, para llegar a La Mata y Erustes; y el segundo camino, que salía desde Madrid, por Móstoles hasta el río Guadarrama, donde se cogía el camino directo a Casarrubios del Monte, Ventas de Retamosa, Fuensalida y por fin se llegaba a Torrijos.
Históricamente, el peregrino entraba a la Villa por la Puerta de Madrid, desde donde se dirigía al Hospital de la Santísima Trinidad para buscar un lugar donde dormir y algo de comer: “Si con motivo del jubileo de Santiago, o las romerías de Ntra. Sra. de Guadalupe o Ntra. Sra. de Toledo, se juntaran más de treinta y tres peregrinos en el hospital se recogerán sólo por una noche”.
Con fuerzas renovadas, emprendían su camino por la calle del Cristo hacia la plaza de San Gil, con la Parroquia y el Convento de las Concepcionistas como marco principal.
A su salida por la Puerta de Maqueda se dirigían por el antiguo camino de Carmena hacia la Cañada Real Segoviana, donde retomaban el Camino Real de Toledo por Carmena, Carriches y Erustes, donde se unían ambos caminos.
En la actualidad se puede seguir por el camino del Monte hasta Cebolla, pasando por Mañosa y Montearagón. Bordeando el Río Tajo pasaremos a la antigua Venta de Sotocochino, desde donde se divisa ya Talavera de la Reina.
Tras cruzar el puente del Alberche, por el antiguo cordel de merinas, se entrará en la Ciudad de la Cerámica dando vista la Ermita de la Virgen del Prado, Patrona de esta ciudad, que no dejaremos de visitar.
Hasta aquí el Camino ha discurrido entre olivares y campos de secano, tornándose en este segundo tramo en prados verdes por el regadío, llegando a mitigar el intenso sol y aliviando un poco la fatiga.
Saldremos de Talavera por el barrio de Patrocinio a través del camino de Calera para llegar a Alberche y a continuación Calera y Chozas. De aquí marcharemos por el Camino de Alcañizo y por el que, tras conectar hacia el sur por la Cañada Oriental Leonesa, llegaremos a Alcolea de Tajo. Después de 2 kms por el antiguo camino de Puente del Arzobispo llegaremos a esa Villa, una de las más emblemáticas de este Camino.
Habiendo pasado el Tajo por el Puente que mandó construir el Obispo D. Pedro Tenorio entraremos en Extremadura donde aflora un cambio en el paisaje que va aumentando en su belleza y frondosidad, a medida que nos aproximamos a la sierra de Altamira.
Antes de ello deberemos de llegar por la Cañada Leonesa y posteriormente el Camino de Rozas a Villar del Pedroso, en el cual entramos por su calle Real. Todavía existe como casa parroquial el antiguo Hospital de Peregrinos, joya histórica de este Camino, así como su iglesia, conocida por ser la Catedral de la Jara.
Saliendo en dirección hacia la sierra llegaremos a Carrascalejo, donde se inicia la subida al Puerto de Arrebatacapas, otro hito histórico de este Camino. A partir de aquí hay que utilizar la carretera que lleva a Guadalupe durante 4 kms., hasta Las Lucías. Iniciaremos la subida al Alto de las Cruces, para descender después por la Chorrera de Tumbafrailes al Valle del Hospital del Obispo, la llave que abre Los Ibores.
Pasaremos el Puerto de la Cereceda, y por el camino del Cubero descenderemos hasta el puente de Espinarejos, sobre el arroyo de la Plata. Tras una ligera subida pasaremos por la encina de la Cruz del Pañero para desembocar en el Puente de los Álamos, que nos permitirá cruzar el río Ibor.
Entre bosques de pinos y castaños llegaremos a la Ermita del Humilladero, con su mirador, en el que la vista y el espíritu se elevan para poder contemplar en todo su esplendor el Valle de las Vílluercas, vergel y paraíso de la Virgen de Guadalupe.
El Camino Real de Guadalupe es un patrimonio cultural que debemos apoyar y recuperar, para de esta manera, revitalizar el camino y conocer la historia, pueblos y gentes por los que se pasa.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
PRESENTACIÓN DE LOS LIBROS DE LOS RETABLOS Y GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN CARRICHES
Hace algunos días que se presentaron en Carriches los libros de los "Retablos en la Comarca de Torrijos" y "La Comarca de Torrijos durante la Guerra de la Independencia", con una gran acogida en la presentación y un gran éxito de ventas.
Aquí os dejo el texto de mi presentación, para los que no pudieron estar allí.
Buenas Noches:
De nuevo nos reencontramos en
Carriches para asistir a un acto cultural tan importante como es la
presentación de dos nuevas obras relacionadas con nuestro pueblo, en cuanto a
su historia y su patrimonio histórico. Se trata de los libros “La Comarca de
Torrijos durante la Guerra de la Independencia” y “Retablos en la Comarca de
Torrijos”.
Pero antes de nada, quisiera
agradecer la presencia hoy aquí de Julio Longobardo, presidente de la
Asociación Amigos de la Colegiata de Torrijos, Académico de la Real Academia de
Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y de la de Historia y Arte de
Torrijos y miembro del Instituto de Estudios Comarcales “Señoríos de
Entre-Ríos”; Teodoro Cañada, Instituto de Estudios Comarcales “Señoríos de
Entre-Ríos”; Isidro Castaño, Alcalde de Carriches; Señores y Señoras
Concejales, cura párroco de La Mata y Carriches, compañeros de las diferentes
asociaciones en las que participo (que parecemos como los tostoneros, de pueblo
en pueblo presentando nuestros trabajos), familiares y amigos, tanto de
Carriches como de pueblos vecinos como La Mata. Muchas Gracias por
acompañarnos.
Retomando el asunto que nos trae
hoy aquí, hablar de estos dos libros, quisiera comenzar por el que primero fue
presentado, concretamente en Santa Olalla, el pasado año 2010, con una gran
acogida por los lectores interesados en conocer los acontecimientos históricos
relativos a Torrijos y los pueblos de la Comarca durante aquella guerra que marcó el
inicio de la Edad
Contemporánea Española.
Participan de este proyecto gran cantidad de pueblos de nuestro entorno (46) entre los que destacan Gerindote,
Carriches tuvo un papel importante
en el desarrollo de los acontecimientos, tanto que en el libro nuestro pueblo
ocupa 46 páginas, sólo superado por Torrijos.
Allí podréis encontrar una breve semblanza de Carriches, situada de
camino entre Toledo y Talavera de la Reina, en el periodo de tiempo que
transcurre entre 1808 y 1834.
La invasión francesa, el tránsito de tropas, la guerra de la
independencia en un primer momento (1808-1812) y la posguerra inmediata
(1813-1834), en la que los gastos se hicieron excesivos para un pueblo
masacrado con continuas requisiciones.
Pasearán por el Carriches de otro tiempo, el que fue, con calles intransitables,
embarrancadas por las incesantes lluvias; campos arrasados por las plagas de
langosta; gentes que se ganaban el pan con un trabajo duro en el campo.
Una vida diaria conocida a través de los documentos y las fuentes
impresas, que se van parcheando en sus baches con multitud de historias y
tradiciones llegadas hasta nosotros en el recuerdo de nuestros abuelos.
A ellos, y a todos los vecinos de Carriches, que lucharon por recuperar
la independencia local años atrás conseguida de manos del rey Fernando VI,
dedico el relato de los hechos acontecidos en la Villa de Carriches durante la
Guerra de la Independencia.
Con los datos puestos sobre la mesa, considero importante el papel
jugado por el pueblo y sus gentes en el desarrollo de los acontecimientos, en
el paso de tropas, acantonamiento de las mismas, su manutención y su apoyo
logístico a nivel provincial.
Y si importante fue el paso de las tropas, tanto españolas como
francesas, no menos fueron las privaciones sufridas por sus vecinos durante años
para revertir sus recursos en las tropas aliadas que combatían contra los
invasores.
Nadie dejará de valorar en su justa medida la importancia de Carriches
en la contienda, que manchó de sangre sus calles en acciones de heroicidad, que
se desangró en víveres para mantener a sus defensores y que fue masacrado por
los franceses en el robo de sus granos.
El segundo de los libros, “Retablos en la Comarca de Torrijos”,
presentado el pasado mes de enero en el auditorio del Palacio de Pedro I de
Torrijos, no se trata sólo de un corpus o catálogo de los retablos comarcales
más notables desde el siglo XVI al XVIII; sino también de un estudio de los
caracteres artísticos y estilísticos del retablo; así como de los aspectos
sociales, económicos y profesionales de los artistas, autóctonos y foráneos;
los cuales, desde los centros artísticos de la provincia, atendieron la demanda
de este género.
Los objetivos de
este trabajo se dirigen al conocimiento del rico y variado muestrario de
retablos de la zona, el cual constituye parte esencial de nuestro patrimonio
artístico desde el Renacimiento hasta el Barroco. Se trata, pues, de ofrecer un
estudio global, de conjunto, sobre tan importante manifestación de arte sacro; a
la vez que un análisis individualizado. En definitiva, conocer para admirar su
riqueza y variedad, para conservar y evitar más destrucciones y deterioros,
para legar a las generaciones futuras una herencia valiosa.
En cuanto a Carriches, conserva su parroquia un retablo renacentista de
gran calidad artística, cuyos autores, de primer orden, plasmaron un programa
iconográfico muy completo.
A través de los protocolos notariales conocemos sus nombres: Francisco
de Linares, autor de los trabajos de escultura; Juan de Tovar, de la talla y
arquitectura propiamente dicha; y la pintura de Isaac de Helle.
En el primer cuerpo del retablo se incluyen dos escenas del Evangelio,
con las que se representa el ciclo de la Navidad : la Encarnación y la Natividad. Pese a
lo conocido de ambos temas no se sacrifica ningún detalle, así se explica que
en la primera de ellas, la
Anunciación , incluyan tanto los elementos más usuales como el
florero con azucenas símbolo de virginidad, y la filacteria que porta Gabriel
con el texto de la salutación a María, como los que aluden a los últimos
dictados trentinos, representando a una Virgen "intelectual" ocupada
en el estudio de las sagradas escrituras en el interior de su habitación (cuyo
ingreso y lecho descubrimos al fondo), y no a una muchacha asustada al ser
interrumpida de sus labores manuales, como solía representarsela en décadas
anteriores.
El segundo cuerpo se dedica a la hagiografía, la vida de los Santos: en
el centro, el titular de la iglesia, San Pedro en cátedra, advocación no
excesivamente frecuente, que conmemora la elevación del santo a su Cátedra de
Antioquía, pero que, como en este caso, se suele aprovechar para representarle
con la magestad que corresponde al primer pontífice romano, revestido de capa,
guantes y tiara de triple corona, ornamento que se había incorporado a la
iconografía de los papas a partir del siglo XV. Este cuerpo dedicado a los
santos se completa con dos escenas pintadas: Santa Catalina de Alejandría en su
representación tradicional sacada de la narración medieval de la Leyenda Dorada de
Jacopo da Varagine con los atributos de tal historia entre los que destaca su
más famoso instrumento de martirio, la rueda dentada rota, pero representando
también la espada que alude a su decapitación, la corona que rechazó y su pie
sobre la cabeza de su torturador, Majencio, ya que, según otra de las historias
de la misma leyenda, fue vencido por Constantino gracias al signo de la Cruz que Catalina había
defendido. La última pintura, pensamos que sería la figura masculina de un
santo, aunque no podamos asegurar cuál, ya que la tabla original fue sustituida
en el primer tercio del siglo XVII por el lienzo que hoy contemplamos de los
estigmas de San Francisco, si bien no se puede excluir que, dado que es un
santo de enorme devoción, se mantuviera el tema, aunque se sustituyera la obra.
En el ático, un Calvario, única pieza de la calle central para la que
los documentos no nos dan autoría. En su caja, en 1780, había un Cristo que en
tal fecha fue bajado para ser objeto de culto independiente. Tal vez al
llevarse a cabo la bajada de esa talla, en su lugar se colocó el lienzo del
Ecce Homo que remató el conjunto hasta la restauración de 1982, momento en que
se colocó el actual Calvario, procedente del retablo de Adovea. Al ser de
dimensiones más reducidas de las que debió tener el original, los restauradores
se vieron obligados a prescindir del basamento sobre el que apoyaban las tres
imágenes, y que hoy se guarda en la sacristía, realizando, en su lugar, sendas
peanas para María y el Apóstol, con lo que aumentaban su altura, y colocando la
Cruz no sobre la base de la caja, sino sobreelevada, sin ningún tipo de apoyo.
Dios Padre, preside el conjunto desde el frontón del ático.
En
este momento sólo cabe felicitar a los actuales moradores de Carriches por
contar con uno de los escasos retablos renacentistas de la zona, y si nuestros
antepasados fueron capaces de conseguir el mejor conjunto que en cada momento
estuvo a su alcance, no me cabe duda que entre todos lograremos mantenerlo,
puesto que libros como el que ahora se presenta demuestran un claro interés por
el patrimonio histórico y no existe mejor garantía de conservación que la
preocupación por su estudio.
Hasta
aquí esta breve reseña de los dos libros presentados, “La Comarca de Torrijos
durante la Guerra de la Independencia” y “Retablos en la Comarca de Torrijos”.
Editados por el Instituto de Estudios Comarcales “Señoríos de Entre-Ríos”,
estamos preparando una nueva investigación sobre las cuevas y subterráneos de
la comarca, como ya os anunciaba en la Revista Adovea. Espero contar con
vuestra colaboración.
Vamos a ir acabando. Nuestra asociación, Patrimonio Cultural Villa de
Carriches se fundó en el año 1997 con la idea de investigar, recopilar y
conservar el Patrimonio Histórico de la Villa de Carriches.
No es falsa modestia
reconocer los presuntos méritos conferidos a esta asociación, sin dejar de
afirmar con rotundidad que dicho honor es fruto del trabajo en equipo de todos
y cada uno de los compañeros de la
Asociación y también de muchos carrichanos que nos han
apoyado desde el principio en nuestros fines, en la tan noble labor de
investigar y divulgar nuestra historia, así como también velar y defender la
conservación de nuestro Patrimonio Artístico e Histórico. Estas dos nuevas
publicaciones nos acercan un poco más a esos fines.
Muchas
gracias por vuestra presencia, y gracias por haber perdido un rato de vuestro
tiempo para asistir a esta presentación.
Carriches,
6 de septiembre de 2013
martes, 10 de septiembre de 2013
IGLESIAS Y MONASTERIOS: LUGARES DE ANTIGUOS ENTERRAMIENTOS
Hoy
por hoy, y dentro de nuestra cultura, las iglesias son casi con exclusividad
lugares de culto; nunca las asociamos con enterramientos ni cementerios, ya que
este recinto se encuentra fuera del casco urbano, como había ocurrido en otros
tiempos, no sólo para los cristianos, también para musulmanes y judíos.
La voz cementerio significa "lugar
de descanso, de dormición". Procede del griego koimeterion, de koimeo:
"yo descanso, yo duermo".
La
costumbre de enterrar fuera de la población ya se recoge en las antiguas leyes
romanas, que prohibían los cementerios dentro del recinto urbano. Incluso los
de incineración.
Estos romanos tenían también la costumbre de construir sobre sus hipogeos o
tumbas, salas en que se juntaban para honrar la memoria de sus muertos y
celebrar los festines de costumbre.
Los cristianos copiaron asimismo la celebración de sus
comidas funerarias en aquellos lugares, punto de partida para la creación de
los altares sobre los sepulcros de los mártires. Pero el número de los muertos
llegó a ser tan elevado que no fueron suficientes las catacumbas para
enterrarlos. Entonces, algunos ciudadanos ricos que habían abrazado el
cristianismo, ofrecieron sus posesiones y tierras para sepultar en ellas a los
cristianos.
Este es el origen de los cementerios que había en las
cercanías de Roma, más de 40, donde se construían altares y capillas para las
ceremonias fúnebres y otras prácticas religiosas.
La
expansión de los núcleos urbanos acabó rodeando los cementerios exteriores,
creando estos espacios dentro de la ciudad, sin poder enterrarse en el
interior, salvo clérigos o personas de relevancia.
En
las Partidas de Alfonso X el Sabio se dice que se diera sepultura a los cuerpos
de cristianos cerca de las iglesias y no en lugares yermos y apartados de
ellas, por los campos, diferenciando con ello el cementerio cristiano del judío
y musulmán. Ya en las mismas Partidas se establece que al construir cualquier
iglesia se debía señalar un espacio con medidas precisas para el fonsario, que
al ser un lugar abierto cercano a plazas y lugares públicos, también fue
considerado como lugar de reunión, comercio o diversión. Pero en esta época
nunca consiguió el “común” traspasar los muros del templo, salvo
contadas personas “merecedoras de ello” por sus donaciones, rango o
santidad.
En
la Edad Media ,
muchos reyes se enterraron en el atrio de las iglesias. Otros se construyeron
panteones en monasterios y catedrales, y en el siglo XIII era privilegio de algunas
familias poderosas procurarse su enterramiento en conventos fundados por ellos
o adquiriendo capillas o criptas con fuertes donaciones. La iglesia, que vio en
ello evidentes ventajas económicas y de influencia, fue considerando aquella
postura de resistencia a los enterramientos interiores.
Lo
funerario acabó siendo también controlado por la iglesia, merced a la presión
de los fieles ante la relevancia religiosa y social que suponía tener un
sepulcro en el interior de los templos. La apertura de los siglos XIV y XV fue
total, surgiendo de este modo una estructuración del espacio sagrado, pues no
era lo mismo enterrarse junto al altar que a los pies, lugar reservado a los
pobres. La construcción de capillas laterales con altares propios evitó la
concentración en torno al presbiterio.
En
el siglo XVI todas las iglesias ya eran cementerios comunes, con todo el
pavimento cubierto de sepulturas, donde el incienso y el repetido encalado
trataban de conservar algún tipo de higiene. Al ser un espacio limitado, fueron
frecuentes las “mondas” o levantamientos de cadáveres para enterrar a
otros, de tal manera que eran depositados en osarios situados en el exterior,
junto al ábside o cercano a las puertas.
En
la Villa de Torrijos, con varias iglesias y monasterios, las sepulturas se
repartían entre la parroquia de San Gil, donde se enterraban las grandes
familias (Cepeda, Yepes, Covarrubias, etc.) junto al resto del “común” (aunque
no revueltos), y los diferentes monasterios, con las sepulturas de los que
fueron sus moradores. Cabe destacar en este punto que D. Gutierre y Dña. Teresa
levantaron en el monasterio de Santa María de Jesús su propio panteón familiar,
del que podemos admirar en la actualidad su túmulo.
En
la Colegiata
también se produjeron enterramientos, aunque sin la masificación de la antigua parroquia.
Entre los más importantes encontramos los del Licenciado Pedro de Valderrábanos
(en la Capilla
de San Gil), contador mayor de D. Gutierre y albacea testamentario de Dña.
Teresa, y el enterramiento de D. Pedro Alonso de Riofrío (junto a la reja del
coro) capellán mayor de la
Colegiata.
Así
llegamos a finales del s. XVIII no sin que antes se hubiese escuchado hacía
tiempo la voz autorizada de los médicos y sanitarios de diversos países de
Europa que clamaban por la desaparición de la práctica de continuar enterrando
dentro de las iglesias porque podía dar lugar a verdaderas epidemias y sobre
todo a malos olores, insoportables durante las misas y demás reuniones de
fieles.
En
un dictamen presentado por la
Real Academia de la Historia sobre el tema de los cementerios dentro
de las iglesias, señalan que Sánchez Porcina ya decía que nuestros católicos
Monarcas mandaron hacer el Panteón fuera de la Iglesia de El Escorial
para dar ejemplo a sus vasallos y abandonasen la práctica de ser enterrados
dentro de los templos que era una "detestable y diabólica
práctica".
Dicen
los autores del dictamen: "Es falso que el Real Panteón de El Escorial
se hiciese por semejante razón, antes bien se sabe que Felipe II, para
satisfacer la voluntad de su padre Carlos V, lo dispuso de suerte que el
cadáver de dicho Emperador quedase bajo el mismo altar mayor de dicha Iglesia
donde efectivamente está su cuerpo y el de sus sucesores hasta Carlos II".
En
una carta suscrita por D. Félix del Castillo dirigida a D. Pedro Rodríguez
Campomanes, primer Fiscal del Consejo y Cámara de Castilla, se hace mención de
la súbita muerte sufrida por un hombre que respiró el aire de un sepulcro
violado de un subterráneo. Con en este ejemplo y otros parecidos apoyaba la
idea de eliminar los cementerios de las iglesias.
Todos
los informes de los académicos coinciden en afirmar que el aire de las
iglesias, especialmente en verano, era maloliente e irrespirable por las
emanaciones de las sepulturas y todo el incienso que se quemaba no era
suficiente para disimularlo.
Estos
informes sirvieron para llamar la atención de las autoridades en 1777 y 1781. A partir de ellos se
generó una legislación sobre los lugares y situación de los cementerios.
También
se hizo en París una consulta a la
Facultad de Medicina en 1781 sobre el peligro que podían
ocasionar para la salud de los vivos las sepulturas dentro de los pueblos. Y el
informe probó con muchas experiencias y razones "que los vapores
mefíticos que se exhalan de las sepulturas, no eran solamente desagradables
sino que eran perjudiciales y podían producir una peste".
Como
dato de mayor interés se menciona el hecho de que: "se harán los
cementerios fuera de las poblaciones, siempre que no hubiera dificultad
invencible o grandes anchuras dentro de ellos, en sitios ventilados e
inmediatos a las parroquias y distantes de las casas de vecinos, y se
aprovecharán para capillas de los mismos cementerios las ermitas que existan
fuera de los pueblos, como se ha empezado a practicar en algunos con buen
suceso".
El
Consejo de Castilla dictó el año 1787 nuevas normas aplicables a las "limpias
y mondas" de las sepulturas en las parroquias. Las Reales Ordenanzas
de 15 noviembre 1796 dispusieron el traslado de todos los cementerios a las
afueras de las poblaciones, y mientras esto se llevase a cabo, los cadáveres
debían sepultarse en profundidad.
De
nuevo en una Cédula Real de Carlos IV de 19 enero de 1808 se instituyen reglas
para acabar la construcción de cementerios bien ventilados en las afueras de
las poblaciones. A la vez, la
Comisión de Construcción de Cementerios dicta una disposición
mandando que los cadáveres se trasladen prontamente a los cementerios.
En
Torrijos, el primer cementerio se levantó junto a la antigua ermita de San
Sebastián, en el camino de Albarreal, a mediados del siglo XIX, pasando en 1967
al actual emplazamiento, unos metros más alejado de la población, en la misma
carretera.
De esta
manera fue desapareciendo la antihigiénica práctica de enterrar a los muertos
en las Iglesias. Los cementerios municipales vinieron a sustituir las antiguas
formas de enterramiento y, desde entonces, siempre fuera de los pueblos y las
ciudades.
sábado, 24 de agosto de 2013
MIS FIESTAS DE LA VIRGEN DE LA ENCINA EN CARRICHES
Hoy os traigo a esta nueva ventana abierta del blog una fotografía muy especial para mí. Rondaba el año 1976, finales del mes de agosto, cuando la imagen de la Virgen de la Encina de Carriches se disponía a bajar hasta la iglesia. Con tan pocos meses ya estaba yo participando de las fiestas con mi abuela y mi primo, que aparece deslumbrado por el sol (suerte la mía de haberme puesto en el otro lado).
Fotografía histórica personal, porque además es la primera foto que conservo a todo color de mi tierna infancia.
Espero que os guste....
miércoles, 21 de agosto de 2013
TORRIJOS Y LA DEVOCIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Hoy hace 505 años, el Papa Julio II promulga la bula “Pastoris aeterni”
por la que aprobaba la fundación de las Hermandades Sacramentales de San
Lorenzo in Dámaso de Roma y del Corpus Christi de Torrijos.
Fue a principios de 1508 cuando doña Teresa
Enríquez, Señora de Torrijos, viuda de don Gutierre de Cárdenas, Comendador Mayor
de León, funda la Cofradía del Corpus Christi, a semejanza de la cofradía de
San Lorenzo de Roma, con iguales facultades apostólicas y los mismos fines.
Doña Teresa ya había planeado construir una
nueva iglesia como sede de su nueva cofradía, junto a su palacio y unas casas
nuevas que compra muy cercanas. Pronto comenzarían las obras, encargadas a dos
ilustres arquitectos: Alonso de Covarrubias y Antón Egas, aunque hasta su
conclusión sería la parroquia de San Gil la sede de su cofradía.
Con los primeros pasos dados en Torrijos a
favor de su programa eucarístico necesitaba la aprobación apostólica para dar
el definitivo espaldarazo al proyecto. Es entonces cuando escribe al Papa Julio
II en 1508 informándole de su intención, a la vez que le solicitaba su conformidad
con él.
Desde Roma, el 21 de Agosto de 1508, el
Papa promulga una bula, la conocida como “Pastoris aeterni” en la que aprobaba
las cofradías de Roma y Torrijos, y convertía a esta última en “cabeza, y de ella, como tal, dependan otras
semejantes cofradías que por ventura instituirán otros fieles de Cristo, bajo
la misma advocación, en los mismos reinos”.
Era la primera ocasión en la Historia que
una cofradía sacramental obtenía la aprobación de la Santa Sede , y había
sido para la cofradía fundada en la Villa de Torrijos por doña Teresa Enríquez
y la que había fundado anteriormente en la Ciudad de Roma.
Pero sí me gustaría dejar muy claro que doña Teresa fue la que primero obtuvo la
aprobación mediante una Bula Pontificia de una cofradía, pero no la primera en fundarlas (como aún
se sigue publicando). Hay noticias documentadas de cofradías sacramentales
fundadas en la primera mitad del siglo XIV en Pamplona (1317), Barcelona
(1377), Tudela (1396) Estella o Peralta; aunque desde luego, no haría falta
irnos tan lejos, porque ya que en Torrijos existía otra cofradía sacramental
anterior a la fundada por Dña. Teresa, en la parroquia de San Gil.
domingo, 18 de agosto de 2013
VERDADERO RETRATO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCINA
Hace unos meses, de la mano del amigo Josué López Muñoz, http://eulaliense.blogspot.com.es/ pude visitar la ermita de Ntra. Sra. de la Antigua y San Illán de Cebolla para comprobar lo que años antes me había cometado Dori: "En la ermita de mi pueblo hay un cuadro de la Virgen de la Encina".
Fue una experiencia inolvidable. Y sobre todo sorprendente. Allí estaba el lienzo, maltratado por el tiempo...y los ladrones...cortado y en una pequeña zona quemado, pero con toda su belleza y expresividad.
"Verdadero retrato de Nuestra Señora de la Encina, que se venera en su ermita, jurisdicción de la Villa de Carriches. Que sus vecinos, por su devoción, ofrecen a Nuestra Señora de la Antigua y al Bendito San Illán. Anno Domini 1762"
Fue una experiencia inolvidable. Y sobre todo sorprendente. Allí estaba el lienzo, maltratado por el tiempo...y los ladrones...cortado y en una pequeña zona quemado, pero con toda su belleza y expresividad.
"Verdadero retrato de Nuestra Señora de la Encina, que se venera en su ermita, jurisdicción de la Villa de Carriches. Que sus vecinos, por su devoción, ofrecen a Nuestra Señora de la Antigua y al Bendito San Illán. Anno Domini 1762"
viernes, 2 de agosto de 2013
DE PUERTA EN PUERTA
Sentado
en los pretiles, a la sombra de la airosa torre de la iglesia, hago memoria del
tiempo que ha pasado por todos nosotros y que no volverá más.
Descansados
del trabajoso recorrido extramuros de Carriches (“Habla la Tierra”), camino arriba y camino abajo, terminábamos a
las puertas de nuestra ermita, y como dice el verso:
“Recorrimos la tierra Carrichana ,
los campos que alimentan nuestras vidas,
los surcos del sudor, de las espigas,
las sendas del trabajo y la esperanza.”
Encontradas
ya todas las fuerzas, retomamos el
caminar, esta vez intramuros, calle por calle, de puerta en puerta, y
llamando a todas ellas, si me lo permiten.
Para
comenzar por alguna de ellas, carrichano, lo haremos sin lugar a dudas por la
más principal y más regia de nuestras calles: la CALLE REAL.
De
todos es conocido que se corresponde desde tiempo inmemorial con el camino real
desde Madrid para la Extremadura y Portugal a través de la Ciudad de Toledo.
Este
camino era de dos tipos: de ruedas (para el tránsito de carruajes y coches) y
de arriería (para el traslado de ganados), bifurcándose en nuestro pueblo por
dos trayectos, según fueran ganados o carruajes los que pasaran por él.
De
esta forma, Sus Majestades los Reyes pararon en las cuatro calles junto con los
Príncipes para descansar del largo camino desde Talavera, atendidos por el cura
del pueblo lo mejor que pudo. Aposento tuvieron en la posada todos sus criados,
guardias y altas dignidades de la Corte.
Pero
no todo es historia en esta calle, que también se conoció como Calle de Madrid,
ya que encontramos muchas tradiciones, anécdotas y misterios entre sus piedras.
¿Quien
no recuerda los paseos del “pantasma” por su empedrado, haciendo sonar a su
paso las cadenas y grilletes, penitencia de pobres o ricos pecadores?
¿A
los quintos de otros tiempos, rondando las mozas en sus casas, colocando cardos
en sus ventanas y sus dedicatorias en forma de graffiti sobre las encaladas
paredes de esta calle?
¿O
los desfiles de la cofradía de Ánimas, formados en tropa con sus alabardas, y bailando
sus banderas al son del tambor y la dulzaina?
Aún
recuerdo al Tio Román, cuando salía de su casa en esta calle, y paseaba por el
pueblo cantando esas canciones de antes. ¡Qué recuerdos!
Calle
populosa donde las haya en las fiestas que se desarrollan en nuestro pueblo, de
invierno o de verano, da igual.
Y como
no, podríamos llamarla también calle de las procesiones, ya que por ella han
transcurrido y transcurren las más importantes.
¡Qué
acertado ha sido comenzar este paseo en nuestro pueblo por la Calle Real !
Ya
que estamos inmersos en las fiestas, haremos una paradita a la sombra de
nuestra plaza para refrescarnos un momento.
jueves, 1 de agosto de 2013
BIENVENIDOS A CRÓNICAS TORRICHANAS
Queridos Amigos:
¡Bienvenidos a Crónicas
Torrichanas¡
Se abre ante vuestros ojos una
nueva ventana, un nuevo blog personal, dedicado a recopilar noticias,
artículos, reflexiones, historias, crónicas… torrichanas, de mi estrecha relación
entre las Villas de Torrijos y Carriches.
Son muchos años de pasión por la
Historia, de publicaciones, de sentimientos encontrados, que se os irán
presentando en diferentes entradas mensuales, memoria de mi propia historia
personal.
Espero de corazón, que este nuevo
proyecto personal llegue a buen puerto, y que vuestras críticas, sugerencias,
correcciones me hagan aprender un poco más. Siempre será bueno contar con
vuestra ayuda.
Tenéis la última palabra…
Jesús Sánchez de Haro
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